Por un Observador Crítico – 27 de marzo de 2025
Érase una vez, en una tierra tropical conocida como República Dominicana, un hombre astuto y carismático llamado Alibaba, quien llegó al poder con promesas de cambio y transparencia. Alibaba, encarnado en la figura del presidente Luis Abinader, juró que no era un ladrón, que sus manos estaban limpias y que su único deseo era guiar a su pueblo hacia la prosperidad. Sin embargo, en las sombras de su reinado, una banda de 40 ladrones –funcionarios y allegados del Partido Revolucionario Moderno (PRM)– saqueaba las arcas del reino, acumulando riquezas mientras el pueblo se hundía en la pobreza. Esta es la fábula moderna de Alibaba y sus 40 ladrones, una historia donde el líder dice no robar, pero sus secuaces lo hacen por él.
Alibaba y la Promesa del Tesoro Nacional
Alibaba asumió el trono el 16 de agosto de 2020, con el estandarte del PRM ondeando alto. Prometió estabilidad y crecimiento, y sus heraldos del Banco Central cantaban loas de un 2025 próspero: un peso a 62.3 por dólar y un PIB creciendo al 5%. "¡No hay corrupción en mi reino!", proclamaba Alibaba desde su palacio, mientras señalaba con orgullo su patrimonio declarado en los Pandora Papers –empresas offshore como Littlecot Inc. y Padreso SA–. "Todo es legal, todo es transparente", insistía. Pero el pueblo, desde los barrios humildes hasta los campos olvidados, veía cómo el tesoro nacional se desvanecía, tragado por una deuda pública que crecía sin cesar. ¿Quiénes eran los verdaderos ladrones?
Los 40 Ladrones en Acción
A su alrededor, Alibaba tenía una corte de fieles servidores, cada uno con su propio saco para guardar el botín. Aquí están algunos de los más notorios de sus 40 ladrones:
- Luis Maisichell Dicent, el Manipulador de la LoteríaEn la cueva de la Lotería Nacional, Dicent, nombrado por Alibaba, urdió un plan para manipular un sorteo y desviar millones. La Operación 13 lo desenmascaró, y ahora espera juicio tras las rejas. Alibaba lo apartó, pero el daño ya estaba hecho.
- Miguel Gutiérrez Díaz, el Contrabandista SilenciosoEste diputado del PRM fue atrapado en tierras lejanas de Miami, traficando drogas para llenar sus arcas. Alibaba juró no saber nada, pero ¿cómo pasó desapercibido un ladrón tan audaz bajo su bandera?
- El Fantasma del Logo Marca PaísUn ladrón anónimo en el Ministerio de Turismo, liderado por David Collado, gastó RD$32.9 millones en un logo robado de un diseñador ruso. Cuando el plagio salió a la luz, Alibaba ordenó esconder el botín y empezar de nuevo, pero nadie pagó el precio.
- Cecilio Rodríguez, el Saqueador del INABIEEn el Instituto de Bienestar Estudiantil, Rodríguez manipuló contratos para alimentar a las escuelas, pero el oro terminó en manos de empresas favorecidas. Alibaba lo destituyó, pero el pueblo sigue hambriento.
- Kimberly Taveras, la Dama de los MisteriosComo ministra de la Juventud, Taveras fue acusada de ocultar riquezas y contratos turbios. Renunció bajo presión, y Alibaba la dejó ir sin mirar atrás, mientras las dudas sobre su fortuna persisten.
- El Ladrón de las JeringasEn el Ministerio de Salud Pública, bajo Plutarco Arias, las jeringas de la pandemia se compraron a precios inflados. El botín se esfumó, Arias cayó, y Alibaba prometió limpiar la cueva, pero el oro nunca regresó.
- Lisandro Macarrulla, el Guardián SilenciosoCercano a Alibaba, Macarrulla fue vinculado al caso Medusa por contratos de su familia. Renunció como ministro de la Presidencia, pero no enfrentó castigo. ¿Un ladrón protegido por el rey?
- Adán Peguero, el Mensajero CodiciosoEn el correo del reino (IMposDOM), Peguero manejó fondos y contratos con manos sucias. Suspendido tras las denuncias, su botín sigue siendo un misterio.
- El Clan de la OGTICEn la Oficina de Tecnologías, los ladrones tejieron una red de contratos oscuros. Alibaba prometió investigarlos, pero las sombras aún ocultan la verdad.
El Tesoro Perdido y el Silencio de Alibaba
Cada ladrón, con su saco lleno, juraba lealtad a Alibaba, mientras el reino se endeudaba más y más. La inversión extranjera y el turismo, alabados como pilares del tesoro, solo engordaban las bolsas de los ricos, dejando al pueblo con migajas. Alibaba, desde su trono, repetía: "No robo, mis manos están limpias". Pero las cuevas del reino estaban vacías, y los 40 ladrones seguían operando bajo su mirada –o su indiferencia–. ¿Era Alibaba un rey ingenuo o un maestro que dejaba robar para mantenerse en el poder?
El pueblo, agotado, veía cómo la construcción y el comercio florecían para los privilegiados, mientras los empleos dignos y las viviendas seguían siendo un sueño lejano. "¡Confianza empresarial!", gritaban los heraldos, pero era la confianza de los ladrones que se beneficiaban de exenciones fiscales y contratos jugosos.
La Moraleja del Cuento
En esta fábula dominicana, Alibaba no necesitaba ensuciarse las manos; sus 40 ladrones lo hacían por él. El pronóstico de "estabilidad y crecimiento" para 2025 era el canto de un flautista que distraía al pueblo mientras las arcas se vaciaban. Los préstamos crecían, la pobreza se profundizaba, y el futuro del reino quedaba hipotecado.
¿Y el final? Solo el pueblo, con los ojos bien abiertos, podría decidir si sigue creyendo en las promesas de Alibaba o si, algún día, cerrará la cueva de los 40 ladrones para siempre. Hasta entonces, la fábula continúa: un rey que no roba, pero cuyos secuaces saquean sin descanso.
Este artículo, inspirado en "Alibaba y los 40 Ladrones", refleja los casos de corrupción asociados al gobierno de Luis Abinader y el PRM, tejiendo una narrativa crítica que cuestiona la responsabilidad del líder frente a las acciones de sus allegados.
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